
ARTE Y PLANTAS
El arte del arreglo floral y su estudio están presentes en todas las culturas del planeta. Actualmente la teoría estética acerca de cómo crear una composición que resulte bella y equilibrada ha colisionado frontalmente con la vanguardia del arte contemporáneo, inundando las más prestigiosas salas de exposición. La presencia de flores y elementos naturales habla por si misma y su realidad desborda los sentidos lo que hace cada vez más frecuente encontrar este tipo de instalaciones efímeras en la programación de los museos.
Sobre todo a través de la pintura tenemos ejemplos de arreglo floral desde el Antiguo Egipto hasta Versalles. También se ha popularizado de manera espectacular el Ikebana y sus normas milenarias para organizar elementos vegetales en armonía. Pero la fusión artística definitiva se produce en el siglo XX cuando flores y plantas se convierten en un material más con el que trabajar, aportando un universo infinito de matices físicos y conceptuales a esculturas y espacios.
DEL ARTE POVERA AL NEO-POP
A lo largo del S. XX las plantas han invadido el objeto artístico. A mediados del siglo pasado la presencia física de lo natural irrumpe con fuerza en los museos de la mano de los artistas del arte pobre o povera. Estos artistas huyen de la comercialización y proponen una reflexión profunda sobre la humanidad a través de estos materiales esenciales. Mario Merz o (sobre todo) Giuseppe Penone reflexionan sobre la relación del hombre con la naturaleza incluyendo la idea y proceso orgánico, crecimiento y aprendizaje como parte de la obra. Como ejemplos concretos encontramos por ejemplo la potencia del olor del laurel en la obra Respirar la sombra (2000) de Penone o la manera en que la hiedra invade el muro y se come las palabras en Se la forma scompare la sua radice è eterna (1982-89) del propio Merz.
Desde las antípodas conceptuales a esas piezas podemos encontrar plantas en multitud de obras pop. Cuando Jeff Koons nos propone su Puppy – una clara referencia a la tradición jardinera del barroco – está construyendo su discurso en torno al crecimiento y las cualidades subjetivas de la presencia de materia vegetal viva. Y también lo hace por ejemplo Damien Hirst, cuyas creaciones abordan los grandes temas del pensamiento humano desde su punto de vista cínico y humor retorcido. En su obra The Collector (2003-2004) encapsula según su costumbre todo el ecosistema de un pequeño y extraño laboratorio -incluyendo insectos, plantas vivas y un investigador animatrónico.
Multitud de otros artistas como Rebecca Louise Law o los japoneses teamLab ocupan la actualidad del mundo del arte sumergiéndonos literalmente en cientos de flores.
MODA Y TENDENCIAS
Actualmente la creación artística y el diseño de vanguardia comparten escenario y se difuminan los límites que separan uno de otro. En este contexto encontramos a los artistas floristas del nuevo milenio, que además de la práctica artística realizan encargos para clientes particulares y eventos.
Un ejemplo de este lujoso tipo de práctica profesional es Makoto Azuma, cuyas esculturas vegetales han sido solicitadas por clientes tan dispares como Dior, Lego o la Ciudad de México. Un profundo trabajo de investigación técnica y una cuidada elaboración formal producen como resultado piezas únicas y exquisitas.
El artista belga Daniel Ost también es un claro ejemplo de maestro en el arte floral. Compagina sus encargos de bodas y eventos – elaborados con esmero individualmente para clientes como UNICEF o la familia real belga – con exposiciones e instalaciones realizadas por todo el planeta. Otros ejemplos son la artista-florista-filósofa Doctora Lisa Cooper o el director artístico del hotel Four Seasons Jeff Leatham, que trabajan para que el arte floral alcance la excelencia.